Vivimos
sin el diagnóstico de éstas, cuando recordamos o leemos sobre la época que nos
tocó vivir, podemos poner una serie de etiquetas que nos sirven para describir
esas experiencias y saber qué vivencias nos llevaron a ser lo que somos. Yo no
sabía que me iba a dedicar a la historia del arte, supongo que estuve influida
por mi mamá y mis hermanas quienes me enseñaron a ir a museos, yo disfrutaba
mucho de esa actividad.
Con
mi mamá fui a ver los tesoros de Pompeya y Herculano al Museo de San Carlos, mi
hermana Berenice me llevó varias veces al Museo de Arte Moderno, recuerdo que
con ella vi los caballos de la plaza de San Marcos de Venecia y una de
esculturas en plata que me dejaron tan impresionada que los días siguientes
traté de imitar lo que había visto, armada con el papel aluminio que había en
la cocina.
Supongo
que un día quise compartir con mis amigas de la secundaria esas experiencias,
no recuerdo cómo llegamos al Museo de Arte Moderno, lo que rememoro vivamente
es que caímos en una exposición de arte contemporáneo en la que se buscaba la
participación del público, nos divertimos mucho en todas las salas del museo,
en algún momento la visita se convirtió en la emoción de ver qué nos iba pedir
hacer la siguiente pieza. Creo que ahí aprendí que una parte del arte
contemporáneo rescata el aspecto lúdico de esta actividad y que no está creado
para la contemplación, sino para convertirse en experiencia.
A punto de terminar de estudiar el bachillerato en el Colegio de Ciencias y Humanidades, el ambiente horizontal y de camaradería de ese sistema escolar me había permitido hacer amistad con los maestros de historia que atendían los turnos de la tarde. Uno de ellos, Jesús Antonio García Olivera, desempeñó el papel de lo que ahora se llamaría mi tutor académico en mi transición entre la educación preparatoria y la Universidad.
En una ocasión, él me invitó a que me uniera al curso de arte contemporáneo que los profesores estaban tomando en el intersemestral, aunque ya estaba iniciado, me sirvió para poder nombrar lo que había disfrutado tanto en la secundaria. Fue la primera vez que tomé un curso de Historia del arte, disciplina en la que he desarrollado mi investigación… cosa que en ese momento, nadie hubiera podido diagnosticar.